No sé qué ocurrirá, pero estoy seguro que no ocurrirá nada que ya haya ocurrido antes. Quizás se conforme una especie de tránsito que generará una visión fiel a lo que somos, quizás haya líneas escritas con demasiada intensidad, quizás nuestra terminología sea malentendida por muchos. Como las muy diferentes versiones (y calidades) cinematográficas de la Lolita de Nabokov.
Estamos gastando nuestros zapatos 2.0 a base de copiar y pegar links que no parecen emocionar a nadie. Estamos al borde de los nuevos locos años 20 y todavía no se distingue desde aquí un cambio significativo. Estamos hartos de vivir a base de Whisky doce y algún que otro medicamento contra la anisedad hasta que toca despedirse y cerrar el bar. Nada pasa. Damos por hecho que la rabia de los 90 no va a volver, pero, ¿estamos tan muertos? ¿y vosotros? ¿A nadie le interesa llegar a ser inalcanzable?
Tenemos un escaparate para nuestra música, para nuestros vídeos, para nuestros amigos, pero no para nuestros pensamientos. Temo que estos queden sepultados bajo la avalancha de publicidad que se genera en otras redes sociales, temo que Alicia salga a la carrera frente a la honestidad que vamos a ofrecer desde aquí. Temo que suenen las alarmas cuando desde un lugar intentemos derrumbar los castillos que hemos levantado en otros. Pero habréis de entendernos, son de las cenizas y de las ruinas de donde se puede extraer un verdadero aprendizaje.
Estamos desnudos de música aquí, somos lo que somos y aceptaremos la crítica en caso de que sea necesario.
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